El flash es un valioso elemento que, bien utilizado, puede sacarnos de muchos apuros. Pero del mismo modo que conviene saber utilizarlo también es importante conocer sus características lo que te permitirá manejarlo con propiedad y aprovechar sus ventajas.
A continuación me propongo enseñarte a usarlo correctamente, para conseguir mejores fotografías de familiares y amigos, ya sea en retratos o en eventos de todo tipo en los que la iluminación no sea suficiente para conseguir una buena fotografía.
Entender la naturaleza del flash
Como te digo, es importante conocer bien qué aporta un flash y cómo es su luz para saber utilizarlo. Así, lo primero que hay que entender es que el flash no es otra cosa que un dispositivo que a través de una luz artificial sirve para iluminar un lugar. Lo encontrarás normalmente integrado en las cámaras (salvo en las de gama más alta) y sirve para iluminar una escena cuando hay poca luz o para aportar un extra de iluminación en ciertas situaciones.
Es decir es una luz extra que tienes disponible para cuando la necesites, pero es importante saber que la ráfaga de un flash electrónico arroja una luz con unas características muy específicas.
Si no tienes mucha experiencia, es fácil que te haya ocurrido lo que ves en la foto de abajo. Es decir, has hecho una fotografía de alguien y has decidido usar el flash integrado para iluminar la escena, o a lo mejor se ha activado sin que tú quisieras, si estás usando la cámara de forma automática (para aprender más sobre modos automáticos pincha aquí). El caso es que cuando ves el resultado te encuentras que la persona aparece demasiado iluminada, con una luz muy fuerte en la cara que no le favorece nada, y el fondo aparece totalmente negro.
¿Te ha ocurrido alguna vez? Tranquilo porque tiene solución. Lo que ha ocurrido es bastante comun y sucede porque la luz del flash es muy potente y dura, aplana los volúmenes y produce sombras muy fuertes y, al mismo tiempo, tiene un alcance bastante limitado. Por tanto, lo que pasa es que su luz ilumina lo que estaba más cerca pero no el resto. Además, la cámara normalmente hace una exposición (para saber más sobre la exposición pincha aquí) de acuerdo al destello del flash y, al ser mucho más potente que el resto de la escena, hace que todo lo demás salga totalmente subexpuesto.
Esto es muy típico de los flashes integrados que suelen ser los que menos alcance tienen y encima son los que más sufren otro de los problemas típicos del flash: El efecto de ojos rojos. Ya sabes, ese efecto que hace que las personas a veces parezcan vampiros con los ojos inyectados en sangre.
¿Cómo evitarlo? Trucos para mejorar su uso
El problema de los ojos rojos es causado por el reflejo de la potente luz del flash en la parte interna de la retina. Allí se concentran muchos vasos sanguíneos que son apreciables cuando nuestras pupilas están muy abiertas por la escasez de luz. Para solucionarlo, la luz del flash debería llegar a los ojos desde un ángulo distinto al de las lentes, algo que se consigue alejando la fuente de luz del objetivo.
Como esto es imposible con un flash integrado, las cámaras lo solucionan con el modo de flash de ojos rojos, que lo que hace es lanzar un destello previo de luz antes del definitivo. Este disparo previo consigue que nuestras pupilas se cierren y con ello evita que se llegue a ver el reflejo encarnado en el disparo definitivo.
En cuanto al problema de la subexposición de las escenas y las duras sombras que produce la luz de los flashes, la solución es algo más complicada. Los profesionales recurren a utilizar flashes externos que tienen un alcance mucho mayor, pueden iluminar escenas bastante amplias y permiten accesorios y técnicas (como el flash de rebote) para suavizar la luz que emiten.
Pero si solo lo vas a utilizar en determinadas ocasiones no te compensa comprar un flash externo (uno de calidad puede llegar a costar mucho dinero), por lo que hay algunos consejos que te pueden ayudar a sacarle más partido al integrado en tu cámara evitando estos problemas.
Compensando la potencia del flash
El primero es utilizar el modo de compensación de flash que seguro tiene tu cámara (quizá toque releerte las instrucciones, pero te aseguro que merecerá la pena) y que te permite regular la potencia de la luz que emite el flash. Bajándola en un punto, o un par de puntos, conseguirás que el flashazo no sea tan fuerte y envitarás muchos problemas.
Con ello mitigarás ese efecto artificial de la luz del flash que suele aplanar las superficies que ilumina (esta es la causa de que sea tan poco favorecedora para los rostros) y obligará a que tu cámara compense la luz del flash con el resto de iluminación de la escena.
Otra posibilidad es usarlo en el modo de flash de relleno, que es similar al anterior. Consiste en que la cámara entiende que debe hacer una exposición general para toda la escena y utilizar el flash sólo como una luz de apoyo para iluminar mejor el sujeto que está en primer plano. Este sistema es el ideal para cuando queremos hacer un retrato de alguien situado delante de un fondo que queremos que aparezca bien reproducido en la fotografía.
Una última solución, también interesante aunque más complicada, es utilizar algún tipo de difusor de la luz (también conocido como softbox). Se trata de un dispositivo que sirve para hacer que la luz del flash sea más suave y por tanto para evitar la dureza y las sombras que suele producir. Aunque suele utilizarse sobre todo en flashes externos, existen soluciones para los integrados y además siempre puedes fabricarte uno colocando papel vegetal (o similar) delante del flash.
Por último, un consejo adicional referido a otro error bastante común sobre el flash (para conocer los errores más frecuentes en fotografía pincha aquí). Si vas a disparar en una escena en la que haya un cristal, un espejo o una superficie reflectante similar, piensa que es muy posible que la fuerte luz del flash salga reflejada en ella y produzca un efecto muy desagradable.
Te contaré una anécdota: Cuando hace años fui a visitar a la Mona Lisa de Leonardo en el Museo del Louvre de París, una muchedumbre de gente se afanaba por conseguir una foto del famoso cuadro y casi todos lo hacían usando el flash. Como todos pretendían captar la imagen de frente el resultado era un precioso flashazo en el cristal que protege el cuadro y una apenas perceptible sonrisa de Mona Lisa atrás. ¿Cómo deberían haberla hecho para conseguir un buen resultado? Muy sencillo, disparando desde un lado para que el rebote de la luz del flash se dirija hacia otra parte y no hacia el sensor de tu cámara.
Y con esto acabo por hoy esperando que lo que te he contado te sea útil para mejorar tus fotografías con flash.
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